sábado, 21 de junio de 2008

Marchamalo cuenta de Vila-Matas


Un fragmento de la intervención de Marchamalo con Merlino en las jornadas de Animación a la Lectura de Arenas de San Pedro (en el bosque).



Hace tiempo estuve en casa de Vila-Matas, en Barcelona. Un sexto piso, pequeño pero luminoso, ordenado y lleno de libros. Tiene una ventana en el salón desde la que se ve gran parte de la ciudad y que es una metáfora de su mundo literario. Un mundo cerrado, luminoso, desde el que se contempla, fuera, el mundo real: terrazas, antenas, nubes.

Me había enviado por correo electrónico una foto de su biblioteca: un rincón con un montón de libros de los que no se veían los lomos, y un par de baldas presididas por dos fotos de Margerite Duras de joven. Cuando le pregunté por aquél rincón me dijo que lo había elegido porque le gustan los detalles excéntricos: los lados, los márgenes, las afueras…

Cuenta en uno de sus libros cómo, una vez, intentó enamorar a una compañera de clase, en el colegio, enviándole versos de Cernuda que hacía pasar por propios:

Donde habite el olvido,
en los vastos jardines sin aurora…

La chica, un día, se le acercó y le dijo que tenía otro novio… Pero que él escribía muy bien.

Y cuenta Vila-Matas que no pudo reprimir dos lágrimas, una por cada fracaso.

1 comentario:

Magda Díaz Morales dijo...

Que simpática anecdota la de enviar versos de Cernuda a la chica, pero bueno, no funcionó... La chica se lo perdió.