admiro a las hormigas
que caminan sin caerse
sobre el silencio de aquellos
que ya no tienen nada que decirse
admiro a quienes ya no tienen nada que decirse
porque algún ratón hambriento
se comió la lengua de sus corazones
y la palabra amor que es corta
se volvió diminuta
admiro cada día más
a las cosas diminutas
los insectos me enseñan teorías básicas
para la sobre vivencia
son guerreros expertos
luchadores inagotables
admiro a quienes luchan y no se cansan
no toman siestas por la tarde ni se detienen a pensar
por qué el sol a ciertas horas
tiene la melancolía entre los rayos
sobre todo admiro al sol a ciertas horas
en que le regala a las flores
la forma más pura del silencio
la única que duele
tan sólo por su hermosura.
Anais Abreu D´Argence
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