domingo, 7 de octubre de 2007

Palabras a una hija que no tengo


Entornaré tus ojos si prometes soñarme.
Compréndeme, no es fácil velar por alguien siempre:
a veces necesito saber que tienes miedo.
Cuando sepas hablar, identifícame;
diciéndome papá ya habrás hecho bastante.
En invierno no abrigues demasiado
tu cuerpo de princesa, más útil y más noble
es irse acostumbrando a resistir.
Acepta golosinas de los desconocidos
- no está el mundo como para negarse-;
pero apréndete esto lo más pronto que puedas:
lo habitual es el odio, o que te ignoren,
y no los caramelos.
Te enseñaré a leer fuera del aula,
y llegada la hora quiero que escribas mar
sobre los azulejos del pasillo.
Cuando por vez primera cruces la calle sola
sabrás que el riesgo y la velocidad
perseguirán tus días para siempre.
No creas que, en el fondo, no soy un optimista:
si no lo fuera, entonces no estarías allí
cuidando que te cuide como debo.
Como ves, desconfío
de quienes no veneran el asombro
de estar aquí, ahora;
existe la alegría, pero duele.
Tendrás que conseguirla.

ANDRÉS NEUMAN

2 comentarios:

Club de lectura de la Biblioteca Torrente Ballester dijo...

Hola Lourdes, siempre encuentro un hueco entre los huecos para leer tu glog. He leído la biografía de este personaje, pues no lo conocía.
Intentaré leer algo suyo cuando pueda me parece interesante.

Hasta siempre/ Amarilis.

lourdes dijo...

Ya me contarás que te parece cuando lo leas, Amarilis.
Si te gustan los haikus, también tiene un par de libros.
Nos vemos en el club.