miércoles, 31 de octubre de 2007

Jane y Paul Bowles

El otro día me vino a la mente Paul Bowles, no se porqué, y me pregunté si viviría todavía. Consulté el dato y no, ya no vive, murió en noviembre del 99 a los 88 años de edad. Jane murió mucho antes, en el 73, después de un largo tiempo enferma, y está enterrada en Málaga.
Esta curiosa pareja de norteamericanos se instaló en Tánger después de pasearse por distintas ciudades europeas. Su casa de Tánger fue un lugar de encuentro de escritores, pintores, músicos, y un montón de amigos que pasaban largas temporadas con ellos. Por allí pasaron Truman Capote, Jack Kerouac, Gore Vidal... que acabarían formando la generación beat.
Paul Bowles pasó a ser más conocido cuando Bertolucci llevó al cine su novela El cielo protector.
Jane Bowles no escribió mucho. Tiene una curiosa novela de aire extraño titulada Dos damas muy serias. En la biografía de Jane Bowles editada por Circe se pueden ver muchos más detalles y curiosidades sobre la vida de esta pareja.

sábado, 13 de octubre de 2007

especial thriller


Con vestuario naranja guantánamo en una cárcel filipina. ¡Sorprendente!

domingo, 7 de octubre de 2007

Palabras a una hija que no tengo


Entornaré tus ojos si prometes soñarme.
Compréndeme, no es fácil velar por alguien siempre:
a veces necesito saber que tienes miedo.
Cuando sepas hablar, identifícame;
diciéndome papá ya habrás hecho bastante.
En invierno no abrigues demasiado
tu cuerpo de princesa, más útil y más noble
es irse acostumbrando a resistir.
Acepta golosinas de los desconocidos
- no está el mundo como para negarse-;
pero apréndete esto lo más pronto que puedas:
lo habitual es el odio, o que te ignoren,
y no los caramelos.
Te enseñaré a leer fuera del aula,
y llegada la hora quiero que escribas mar
sobre los azulejos del pasillo.
Cuando por vez primera cruces la calle sola
sabrás que el riesgo y la velocidad
perseguirán tus días para siempre.
No creas que, en el fondo, no soy un optimista:
si no lo fuera, entonces no estarías allí
cuidando que te cuide como debo.
Como ves, desconfío
de quienes no veneran el asombro
de estar aquí, ahora;
existe la alegría, pero duele.
Tendrás que conseguirla.

ANDRÉS NEUMAN